El embajador de Colombia tras el cruce de acusaciones: "Debe haber un acuerdo básico de civilidad, y respetarse"

Camilo Romero llegó a cumplir funciones como embajador de Colombia en el país en octubre de 2022, momentos de pleno idilio político entre el kirchnerismo en el poder y el flamante gobierno de Gustavo Petro. Poco más de un año después, los calificativos de "terrorista" y "asesino" que Javier Milei lanzó, ya en la Presidencia, contra el mandatario colombiano, lo obligaron a hacer las valijas y regresar a Bogotá.

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Nadie pensaba que pudiera volver, pero paradójicamente, los renovados y recientes insultos de Milei y las amenazas de Petro de expulsar a la diplomacia argentina decantaron en una solución que el embajador califica de "pacto de civilidad", con normalización de vínculos diplomáticos. Nuevamente en funciones desde el domingo pasado, y desde la sede diplomática porteña, el embajador colombiano (dirigente político por formación y lenguaje) prefirió apuntar en su entrevista con LA NACION a que "la voz de la diplomacia se escuchó más que los insultos" y dejó de lado las disidencias. Apuesta a un "futuro en común", aunque no niega las diferencias ideológicas y de agenda entre ambos presidentes.

–Embajador, parecía que del alto voltaje verbal entre ambos presidentes no se podía volver. Y se volvió. ¿Cómo lo explica?

–La razón de fondo es la gente, la ciudadanía, los pueblos, la historia compartida. La voz de la diplomacia se escuchó y se impuso mucho más que los insultos. Aquí hay un gran mensaje, la tarea de las cancillerías ha sido la gran tarea de honrar la historia de nuestros pueblos.

–¿Y quien dio el primer paso? El presidente Petro había anunciado que se expulsaría a diplomáticos argentinos…

–Ese es como el punto más álgido, en la dificultad de las relaciones. Tras el tercer insulto del presidente argentino, Colombia adopta una decisión, que es que deben salir los diplomáticos, pero no dice cuántos ni cuáles…

–Podía entenderse que era el embajador [Gustavo] Dzugala…

–El resto es producto de la imaginación de sus colegas periodistas (se ríe). Entonces, en términos estrictos, se comunica que por las vías internas se diría de quiénes y cuándo se trataba. Esto ha desatado, por fortuna para la historia y el futuro común, que es a lo que apuntamos, no sólo que se detenga esa andanada de insultos, sino que se revierta para llegar al punto del que nunca deberíamos salir: mantener relaciones diplomáticas de respeto por nuestros pueblos, trabajar los gobiernos juntos.

–¿Se espera aún desde Colombia un pedido de disculpas del presidente Milei? Varios altos funcionarios de su país lo pidieron…

–[Interrumpe] Eso es un tema de egos, tal vez, naturales de la política, de prepotencia pública. Hoy quiero valorar y reconocer la actitud del presidente Petro, de dar el visto bueno total al restablecimiento de relaciones, poniendo siempre primero a los ciudadanos colombianos en Argentina, a las relaciones entre los dos países, que sobrepasan de lejos estos pequeños momentos que no debieron ocurrir. El avanzar y no quedarse en lo que algunos podían calificar de punto inamovible es importante.

–Más allá de las buenas intenciones, hay grandes diferencias entre ambos gobiernos. Por ejemplo, Venezuela…

–Aquí hay un mensaje clarísimo, que es el respeto a la democracia. Colombia respeta la democracia argentina en sus 40 años de restablecimiento, y respeta la decisión que tomó el pueblo argentino. Pero exigimos en reciprocidad el respeto por la democracia y las decisiones del pueblo colombiano, que justamente decidió y eligió al presidente Petro. Esto es en dos sentidos, respetar las democracias y respetar las diferencias, lo que podría simbolizar este momento es que estamos listos para trabajar en medio de las diferencias, no significa que se eliminen o no existan. Están, pero debemos ser capaces de trabajar de todos modos.

–Me va a decir que son asuntos internos de cada país. Pero el gobierno argentino tiene una postura de alineamiento con Washington que el gobierno de Petro no comparte…

–Usted lo ha dicho, son asuntos internos, somos respetuosos de las decisiones de cada país. Pero insistimos, proponemos, que ese respeto a la democracia y a la diversidad vaya a profundizar el encuentro de nuestros pueblos, la unidad latinoamericana.

–¿Y en qué puntos imagina que se puede avanzar de modo conjunto?

–Creo que en el restablecimiento de las comisiones bilaterales que existen, en tema de estupefacientes y otros temas claves, en temas comerciales, tantos temas que se pueden trabajar entre ambos países. Y lo que será próximamente la visita de la canciller [Diana] Mondino, que puede renovar ese ímpetu.

–¿Esa visita tiene fecha?

–Se está coordinando.

–Con respecto al liderazgo regional, el presidente Lula da Silva insiste en reflotar organismos regionales como la Unasur, o la Celac, que el gobierno argentino ha dejado de lado. ¿Colombia va a insistir en reforzar esos foros?

–Colombia tiene una decisión, que es la integración de los pueblos del continente. Si es tal o cual mecanismo, o si será uno nuevo no lo sé, lo que pueda surgir, pero siempre estaremos dispuestos. Diría que el momento global y latinoamericano amerita tiempos que vayan más acorde a la ciudadanía que a la diplomacia. Es decir, los tiempos de los mecanismos suelen ser muy lentos, necesitamos tiempos que le respondan a la gente. La integración debe ser en temas concretos, Colombia tiene una agenda de paz, feminista, de lucha contra el narcotráfico, en lo que nos podamos encontrar con otros países ahí estaremos listos para trabajar.

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–¿Hay garantías mutuas de que los insultos de "terrorista" de un lado, y "neonazi" del otro no volverán a repetirse?

–Creo que el comunicado conjunto (N de la R: que selló la tregua entre ambos gobiernos), es la hoja de ruta, la guía, ya las interpretaciones de si será más o menos nos queda a cada uno de nosotros. Es evidente, sin duda, que la voz de los primeros mandatarios influye en las relaciones entre los pueblos, no se pueden marginar, son jefes de Estado. Después del comunicado queda claro que debe haber un acuerdo básico de civilidad, es la palabra que quisiera resaltar.

–Y ese acuerdo debería respetarse…

–Claro, es así.

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