Kevin Zenón: fue rechazado en River, es la bandera de Boca y juega como 10 aunque lleve la camiseta 22

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Boca tiene un equipo titular que se potencia, pero los intentos de Diego Martínez por armar un mix o un conjunto suplente terminan en retrocesos. Se expuso el jueves en Brasil, en la dura caída con Fortaleza por la Copa Sudamericana, en la cual varias piezas clave fueron resguardadas e ingresaron con cuatro goles en contra. Poco pudieron hacer, pero dejaron un claro contraste: le imponen al rival otra jerarquía y empujan a los suyos con otro ímpetu. ¿La bandera? Kevin Andrés Zenón se pone el equipo al hombro, sacó el remate para el descuento final (2-4) y ya calentó motores de cara a la semifinal del martes ante Estudiantes, por la Copa de la Liga.

Su espalda comienza a ensancharse ante los ojos del mundo xeneize. El hincha no quiere dejar de verlo semana a semana, casi a la altura de un gigante como Edinson Cavani o de un goleador implacable como Miguel Merentiel. Es su conductor. El del arte del desequilibrio y el atrevimiento. El que porta la N°22, pero juega y hace jugar al compás de un '10′. Para el entrenador significa lo mismo o, incluso, más.

Se metió tanto (y tan rápido) en el corazón de la hinchada que el mediocampista ofensivo, oriundo de Goya, ya es conocido con un divertido sobrenombre. Las redes sociales lo denominan "Zinedine Zenón", queriendo resumir y equiparar simpáticamente su calidad con Zidane, el mítico volante francés.

No necesitó ninguna adaptación. No le afectó llegar a un club pesado como Boca. Siempre se remarca que no es lo mismo reforzar que incorporar: Zenón refiere a lo primero. De Unión, de Santa Fe, a Boca. Puede ser una simple descripción de su procedencia, pero –en este caso- se quitó la camiseta del "Tatengue" y se puso la azul y oro como si el significado y la responsabilidad fueran idénticos.

Quizás, sacar a los santafesinos del descenso en el cierre del 2023 (hizo el gol de la salvación en la última fecha) le dio la sapiencia debida para arribar muy suelto pese a sus 22 años a semejante institución. O puede que haya sido su esfuerzo, su recorrido, su momento cabizbajo y su sueño cumplido los que resumen el porqué del desparpajo constante.

La liga de su ciudad fue su cuna. En Central Goya estuvo desde los cuatro años hasta los nueve. Luego recaló en Huracán, donde hizo infantiles hasta llegar a la sexta división, partiendo con doce hacia San Ramón: con quince debutó en la primera. Ya le veían condiciones y él también se daba cuenta. Entonces, cuando su club había logrado meterse en el Torneo Federal C, fue a probar suerte a Buenos Aires: las oportunidades se le dieron en River y Gimnasia, que lo descartaron enseguida, mientras que en la parada técnica de regreso apareció Newell's (enero de 2018), pero no pudo sumarlo por cuestiones de tiempo.

"Cuando no quedás en esos clubes, uno ya se empieza a hacer la cabeza de que la cosa no va más", le confesó hace unos años al medio correntino "Mundo Central TV". No obstante, "de pasada" durante su regreso a Corrientes, hizo un intento en Unión, donde se lo quedaron sin mucha duda. En Santa Fe debutó en 2020 y llegó a disputar más de cien encuentros con la camiseta rojiblanca.

La mencionada lucha por la permanencia forjó aún más su personalidad. Es de esos jovencitos que absorbieron tanta experiencia que aparentan ostentar muchos más años que los reales. Por eso, en tiempos en los que Boca aventura sus noches sin la obsesión de la Copa Libertadores, la exigencia del hincha resulta mayor este año. En su llegada, nada le pesó: arribó para reemplazar al querido Valentín Barco y Zenón hace no extrañarlo. Se introdujo en el mejor once desde el arranque del ciclo y no salió más (jugó los 18 compromisos, quince de titular).

Encanta. Su zurda lleva pegada la pelota, su arranque es explosivo, le sobra determinación para ir hacia adelante, expone una jerarquía indudable y su técnica queda en evidencia a la hora de la gambeta y en la precisión que le impregna a su pegada. Su versión se llena de virtudes que cada día reluce con mayor potencial y señales de un futuro demasiado prometedor.

"Es un sueño para mí y mi familia, que somos todos hinchas de Boca", había reconocido el volante previo a firmar el contrato que lo vincula hasta fines de 2028. También parece jugar con esa pasión: es carácter, rebeldía y compromiso. En Fortaleza, de hecho, estuvo el ejemplo de su combo completo. En simples palabras, enciende e ilusiona al hincha y a su equipo.

También simpatiza su bajo perfil, esa juventud para nada confundida. Como cuando no hizo drama por el gol que le sacó Merentiel ante Central Córdoba: era su estreno en la red, pero el uruguayo la punteó sobre la línea innecesariamente. Zenón salió a festejarlo como propio sin haber visto lo ocurrido: "En el entretiempo me lo dijeron, pensé que era una broma. No pasa nada, le dije que lo quería mucho, ja".

Aquella jornada inició con una historia que quedó marcada: en el recorrido al campo apareció Deymar, el chico recientemente fallecido tras luchar contra un cáncer. El niño vio a Zenón y le dio un obsequio que terminó siendo amuleto: "Me dio un sticker, así que me lo guardé en la canillera. Me vino muy bien, lo voy a usar todos los partidos", declaró tras haber hecho su primer tanto, más allá del que le sacó "La Bestia".

El bombazo con Fortaleza fue su tercer grito. ¿En el medio? El zurdazo a Newell's, en Rosario, para sentenciar el 3-1. En Brasil se transformó en el tercer goleador del ciclo, por detrás de los dos artilleros charrúas (tienen nueve). Asimismo, cuatro asistencias lo hacen ser el segundo en la lista: además del involuntario ante los santiagueños, lanzó el centro que conectó Nicolás Valentini con Racing (4-2), le dio otro a Merentiel para vencer a San Lorenzo (2-1) y aportó el pase-centro llovido a la cabeza de Cavani para revertir el último superclásico.

Se rumorea que Javier Mascherano desea incluirlo en la lista de los Juegos Olímpicos de París (como menor). En un Boca que se fortalece con sus titulares, Kevin Zenón es el mejor complemento para ilusionarse con lograr la final local.

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