Análisis: ¿Qué hace River con la plata?

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La duda la impulsa un rendimiento futbolístico que, por ahora, y más allá de la victoria reciente, ofrece más interrogantes que ilusiones. El mercado sigue abierto, pero anclando en los antecedentes desde 2021 en adelante, ¿es saludable que River siga movilizando millones de dólares en cada receso? ¿Es inversión, es gasto necesario a favor de objetivos inmediatos o es un despilfarro peligroso a futuro? Análisis de situación.

Entre las dudas y los dólares. Así podría titularse la novela riverplatense en el arranque del calendario futbolero 2025. La victoria contra Lanús enlazó una leve mejoría y un par de atajos a algunas respuestas. Las características de Lencina y su atrevimiento son un recurso para prestarle atención y no solamente una invitación a los intangibles de una concentración. Montiel es líder. Armani, luego de su error contra Platense, se ha convertido en una suerte de Thor. Y, como contraparte, el mediocampo sigue su marcha por la incertidumbre, la capacidad goleadora del equipo está muy lejos del ideal y la falta de calidad y variantes en algunos sectores del campo es una evidencia y no una sensación. 

Ahora bien, el mercado sigue abierto y Castaño está a punto de subirse al avión. El mercado está abierto y River, más allá de lo que compró, también vendió por bastante más de lo presupuestado. Ante esto, surgen algunas preguntas clave: ¿Que River siga contando con chances de incorporar, es una ventaja o una desventaja? ¿Representa una ilusión que aún pueda incorporar jugadores o los antecedentes inmediatos nos obligan a poner un stop y reflexionar? Analicemos el contexto.

River está cerca de comprar el pase de Kevin Castaño al Krasnodar de Rusia.

Futbolísticamente hablando, nunca es un buen indicio que tu arquero sea la figura del partido. Convierte una victoria en tres puntos en… tres puntos suspensivos… River está en conflicto con la creatividad y también con la contundencia. En 6 fechas, tiene menos goles a favor que partidos jugados. Muchas veces, la posesión es espesa, lenta, una metáfora futbolera de un tren de carga. Otras, es vertical sin argumentos, lo cual convierte a la pelota en un boomerang para volver a empezar y chocar ante la ausencia de movilidad en favor del pase y la creación de espacios para distraer y perforar.

Es cierto que, en la mayoría de los cotejos, el equipo de Gallardo exhibió credenciales de solidez defensiva, pero este es un deporte que se gana con goles. Como decía un sabio entrenador, eso de que las defensas ganan campeonatos ignora que el cero en mi arco solo garantiza el empate y nadie sale campeón de un torneo de 20 fechas empatando todos los partidos. No existe mejor activo que el volumen de juego combinado con la eficacia. Como dijimos en columnas anteriores, no prestarle atención a cómo se consiguen las cosas es solo una manera de engañarse. Y, en apenas unas semanas, el contexto será otro: la Copa Libertadores.

River, más allá de haber creado más chances de gol ayer que en otros encuentros, también tiene una relación tóxica con los planteos con los cuales comienza los partidos. Los complementos, seguramente por algo a rescatar como la preparación física, marca registrada de Gallardo y su cuerpo técnico, experimentan mejores versiones que los primeros tiempos. También juegan a favor los ajustes estratégicos y nominales del entrenador, pero es imposible ignorar el panorama.

Franco Armani fue figura ante Lanús, un mal síntoma. Foto: LPM.

River no marcó goles en las etapas iniciales en ninguna de las 6 jornadas que el torneo tachó de su fixture. Y no es un dato preocupante que se estacione pura y exclusivamente en este tramo. No. Anclando en los últimos 20 partidos oficiales, River marcó goles en primeros tiempos en apenas 4. Sí, 4. 

Ampliando la muestra y tomando en cuenta los cotejos completos, River convirtió más de un tanto en apenas 8 cotejos sobre 30 desde el regreso de Gallardo. El 25% del total los concentró en una racha en noviembre de 2024, cuando en 8 días facturó por triplicado ante Banfield, Barracas Central e Instituto. En 10 partidos no pudo marcar y en 12 firmó apenas una conquista.

Ante este cuadro de situación, uno interpretaría que los cupos extra para reforzarse son un container de refrescos en el desierto, pero, como bien aportaron algunos lectores en sus reacciones a la columna anterior, es obligatorio subirse al DeLorean y regresar mercados en el tiempo ¿El objetivo? Establecer una real dimensión sobre si seguir comprando es la respuesta a todo cuando la jurisprudencia inmediata patotea con muchos más errores que aciertos. Aclaración: sigo considerando que River debe incorporar un mediocampista que aporte gol y creatividad y, de contar con un tercer cupo, analizar falencias indisumulables en el lateral izquierdo y en la delantera, pero no existe lectura correcta, ni completa, si no revisamos lo sucedido.

RIVER Y SUS MILLONES DÓLARES DESDE 2021

Viajaremos hasta 2021. No es mucho tiempo, pero los datos son contundentes. Atravesaremos las últimas temporadas del primer ciclo de Gallardo y la gestión Demichelis. Desde el punto de referencia citado hasta su decisión de no continuar en la institución, el "Muñeco" aprobó la contratación de 19 futbolistas. De esos 19, 16 ya no están en el club… Repasemos.

Paradela: nunca terminó de encajar. Ínfima cuota goleadora. Intermitente y con un nivel de personalidad por debajo del que demanda el Planeta River. Está en el Necaxa de México, que adquirió su pase. Antes, El Más Grande lo había prestado a Tigre.

Palavecino: un buen arranque, gol a Boca incluido, una racha que entusiasmó en 2021 y poco más. Culminó evaparándose y recibiendo más oportunidades que las que reclamaba su rendimiento. Otro que está en Necaxa.

Fontana: un fichaje inexplicable. El delantero apenas había gozado de un espasmo goleador en Banfield, donde claramente estaba para más minutos, pero de ninguna manera había cosechado méritos para jugar en River. Trascendió el interés de Racing y el "Millo" se apresuró. Se engolosinó. Una de esas compras caprichosas. Ni siquiera la urgencia por encontrar una copia razonable de Borré en eso de presionar la salida rival justificaban el gasto. Se fue de River sin autografiar redes rivales. Pasó por Defensa y Justicia, Sarmiento, el fútbol colombiano y acaba de firmar con Estudiantes de Río Cuarto de la Primera Nacional.

Héctor David Martínez: producto de la casa. Tras demostrar un gran nivel en Reserva, Gallardo lo hizo debutar en la elite, pero al poco tiempo se aprobó su cesión con opción a Defensa y Justicia. Ahí radicó el error: en la forma de la salida. River le hizo trampa al propio River y tuvo que reincorporarlo ante el pobre menú de centrales zurdos que ofrecía el mercado. Luego de un muy buen torneo en dupla con Paulo Díaz, el cual le valió citaciones a la selección paraguaya, lo boicotearon un par de lesiones. Desde su regreso, jamás recuperó la plenitud en nivel, aptitud física y confianza. Está en Inter Miami.

Jonatan Maidana: un regreso más atado al agradecimiento que a la lógica y a la necesidad. Su mejor versión pertenecía al club de la nostalgia. Era (y es) el marcador central de River más sólido de las últimas décadas y quedó expuesto innecesariamente en la serie contra Atlético Mineiro. Casi no jugó tras la salida de Gallardo. Está retirado.

Vigo: otro que no solo no rindió, sino que no había hecho méritos siquiera para despertar interés. Un lateral que aún no había rendido materias fundamentales para el puesto. Y que sigue sin rendirlas. Buen manejo de pelota y punto. Nunca dio la talla, ni en nivel, ni en personalidad. Fue prestado a tres clubes diferentes luego de una inversión millonaria. Por si fuera poco, cuando ya no formaba parte del plantel porque estaba cedido, River se vio obligado a adquirir un porcentaje mayor de su ficha para que Colón no le pusiera más trabas al regreso de Beltrán y a la salida de Aliendro. Vigo pasó por Independiente, Croacia, Talleres y hoy está en Sarmiento de Junín.


Braian Romero: registró una muy buena liga 2021. Formó una excelente dupla con Julián Álvarez. Se complementaban y eran termitas para los zagueros rivales. Tras el título, Gallardo decidió empezar a jugar con Julián como único punta. Romero, sin merecerlo, fue perdiendo oportunidades y dejó de ser tenido en cuenta. Se fue a Brasil y México y lo compró Vélez. Se consagró campeón y fue goleador del torneo.


Enzo Fernández: respescado luego de cederlo a Defensa y Justicia. Había jugado solamente 10 minutos en la Primera de River en un equipo de emergencia que visitó Ecuador por Copa Libertadores. Explotó en Varela, la rompió en River, llegó al Mundial y se convirtió en el futbolista argentino más caro de la historia.

Pochettino: otro que jamás rindió y que no ofrecía un currículum tan seductor como para que River lo fuera a buscar. Convirtió solamente un gol y su estadía duró apenas un temporada. No estuvo a la altura ni en su fuerte estadístico (los pases gol) ni en personalidad. Pertenece a Fortaleza.

González Pirez: el primero de la lista que está en River. Un fichaje discutible por su anterior paso por el club, por el dinero destinado a la ficha y por su edad. Rindió durante la liga que ganó Demichelis y demostró carácter a pesar del tristemente célebre off del ex DT. Desde entonces, su rendimiento bajó considerablemente.

Mammana: otro que no rindió, condicionado por su seguidilla de lesiones, que ya eran un rasgo constante en su carrera. Se marchó a Vélez y se consagró campeón, pero, lamentablemente, sigue lesionándose a un ritmo demasiado frecuente. Un pibe muy querido por todo el ambiente del fútbol.

Elías Gómez: otro fichaje caprichoso. Apenas una racha con Argentinos Juniors. Un futbolista sin un poder de venta real, pero como aparecía en el radar de supuestos contendientes, River aceleró y se lo llevó. Exhibió un nivel acorde con sus antecedentes. Duró lo que sugerían sus características y sus virtudes. Se fue a Vélez y mejoró en un contexto propicio. River es un mundo diferente.

Herrera: otra inversión millonaria que no rindió (aunque claramente lo hizo mejor que Vigo). Un socio más del club de los reemplazantes de Montiel, cuyo único egresado con aprobado fue Robert Rojas. Está a préstamo en la MLS.

Barco: alcanzó su mejor nivel con Demichelis y fue vendido a Rusia. Una contratación que nos entusiasmó. Con Gallardo, no rendía. Jugaba muy pegado a la raya. Quizás, River se apuró en venderlo. Hoy sería una pieza útil y seguramente el "Muñeco" le sacaría mayor provecho.

Quintero: un jugador indispensable para River, no importa si es para ser titular o jugar media hora por partido. Ofrece herramientas que arreglan casi todos los problemas ofensivos. Ve el pase que nadie ve. Responsabilidad dirigencial en no hallar la manera de mantenerlo en el plantel y de Demichelis en no estimular su regreso, más bien, e inexplicablemente, todo lo contrario.

Aliendro: otro que demostró su mejor nivel con Demichelis. Un refuerzo funcional al cortoplacismo por la edad con la cual arribó. Lo perjudicaron las lesiones.

Beltrán: Gallardo lo utilizaba generalmente abierto por derecha (como en un clásico contra Boca) o izquierda. Jamás rindió en esas funciones. Cuando emigró para realizar una pasantía de crecimiento futbolero en Colón, y jugó en su posición natural, selló un salto de calidad que provocó su vuelta. Como detallamos en esta columna, River tuvo que comprar una parte extra del pase de Vigo para que eso sucediera. Beltrán la rompió con Demichelis (que en realidad prefería a Rondón) y fue vendido a la Fiorentina en una cifra millonaria.

Solari: llegó y la rompió cerca del 9. Sin embargo, empezó a jugar muy pegado a la raya y su nivel bajó muchísimo. Cada vez que volvía a jugar cerca del 9, convertía, pero al otro partido lo volvían a utilizar mal. Se transformó en una carta desde el banco. Con Demichelis, pasó lo mismo. Volvió Gallardo y la historia se repitió. Decidió irse a Rusia cuando vio que Gonzalo Tapia había ingresado antes que él ante México y Platense.

Borja: fue pedido por Gallardo. River pagó 8 millones de dólares, pero, al poco tiempo, al DT lo encerraron las dudas porque el colombiano no siente la presión en la salida rival. Explotó en los últimos tiempos de Demichelis, con casi un gol por partido. Volvió Gallardo y perdió la titularidad por las mismas razones de la etapa anterior, pero su cuota goleadora siempre está a mano para pagar las deudas de juego del equipo.

Durante el tramo analizado, River sacó de su caja fuerte más de 50 millones de dólares. Estará en el lector calificar la política de mercado en base a méritos para llegar al club y resultados posteriores.

Con Demichelis a cargo de la tiza y el pizarrón, River contrató a:

Ledesma: un muy buen arquero con nota alta en sus pasos por Rosario Central y el fútbol europeo. Sin valor de reventa real por su edad, más allá de la imagen que dejó en El Viejo Continente. Permanece en el club. Es un buen recurso ante las esporádicas ausencias de Armani y lo será aún más cuando Franco decida irse, pero habrá que ver si Conan aguanta hasta entonces.

Bareiro: una novela que, por ahora, ofrece una trama nefasta para River. Más de 4 millones de dólares brutos, sin goles y con la urgencia para encontrarle destino y liberar un cupo de extranjeros. 

Carboni: lamentablemente para el pibe, el identikit del sinsentido. Un lateral por izquierda casi sin experiencia en el fútbol profesional. No disputó minutos oficiales en River y apenas acumula 2 partidos como titular en Venezia.

Gattoni: otro fichaje apresurado, no por el nivel demostrado en San Lorenzo, sino por una profundidad de análisis casi nula. El zaguero arrastraba falta de continuidad en Sevilla y Bélgica (apenas 15 partidos entre ambas excursiones) y se había destacado en una estructura defensiva (la del San Lorenzo de Insúa) diametralmente opuesta a la idiosincrasia riverplatense. 

Fonseca: una contratación floja de papeles. Un futbolista de 25 años, con un puñado de partidos como profesional y apenas un semestre en buen nivel en el fútbol uruguayo. Las pistas coincidieron con el rendimiento y ya no está en River.

Sant'Anna: a priori, una buena opción para el lateral derecho luego de lo que había ofrecido en Defensa y Justicia. El combo que establecieron un error en el superclásico, el cupo de extranjero y una lesión de la cual le costó horrores recuperarse derivaron en un boleto de salida al fútbol brasileño. Un ejemplo más de que no todos son Montiel. Ni de casualidad.

Boselli: seguimos en la ruta de los refuerzos que nos hicieron rascar la cabeza. River pagó una millonada por un chico con muy pocos partidos como profesional que aún no había terminado de definir si su maduración futbolística iba a ser como lateral derecho (puesto de origen) o marcador central. Todavía es joven y El Más Grande es dueño de su ficha, pero su rendimiento en el club, más allá de exagerar (responsabilidad de todos) un buen partido para controlar a Campaz, estuvo lejos de las expectativas. En Estudiantes ha alternado buenas con malas. Es fuerte en el juego aéreo, pero distraído conceptualmente.

Enzo Díaz: arrancó como para adueñarse de la titularidad durante varias temporadas, pero después de una lesión, y de que Demichelis le brindara algunos partidos a Casco tras el Off-Gate, pareció hundirse en la mediocridad. La única vez que se escapó de ese pozo fue para festejar un gol contra Boca. Hoy está en Sao Paulo, con buenos rendimientos, en una suerte de moneda de cambio no explícita por Galoppo.

Villagra: cualquiera que haya visto a Rodrigo en Talleres sabe de sus condiciones y de que era uno de los mejores prospectos de mediocampista central del país. Cualquiera que lo haya visto, también sabía que lo que pagó River fue una locura. Es indisimulable que a Villagra lo afectó el contexto. No llevaba ni un semestre en River cuando su representante de entonces declaró públicamente que el presidente de Talleres había presionado para que no cobrara el 15% y que no se sentía cómodo en River. Hoy, su situación no está clara. Se informó sobre la existencia de un acuerdo con el Grupo Gillett, algo que aún no se rubricó. Sería saludable, para River y para el futbolista, que no se le brindaran más prerrogativas a un "inversor" que no cumple con su palabra.

Colidio: un futbolista que ya estaba en el radar de Gallardo por rasgos futboleros afines a su paladar y al potencial. Es un delantero con detalles de organizador que, si no encuentra el ritmo y la fe en sus virtudes, probablemente juegue al fantasma durante varios partidos. Condiciones le sobran, pero debe ser más regular.

Pity Martínez: todos queríamos su vuelta, pero también sabíamos que su historial de lesiones preocupaba. Sano, es fundamental. Interpreto que nadie puede ser señalado en disidencia con su regreso.

Kranevitter: un caso diferente al de "Pity" porque desde que Matías se fue de River jamás encontró una buena versión. Ni en Europa, ni en México. Es cierto que una lesión complicada fue determinante para demorar su puesta a punto, pero también es verdad que hoy se corresponde con un molde de mediocampista central en desuso. Por eso, más allá de contar con Enzo Pérez y con Aliendro como comodín, es lógico que Gallardo haya insistido por la llegada de Castaño.

Funes Mori: el regreso de Ramiro se enmarca en el mismo cuadro conceptual que el de Kranevitter, potenciado por las lesiones recurrentes del marcador central. Queridísimo por todos, su fichaje estuvo más vinculado con lo que supo dar que con lo que podía ofrecer. Hoy pertenece al plantel casi sin participar de encuentros oficiales.

Lanzini: una debilidad de Gallardo que retornó cuando "Napoleón" se había ido. Un futbolista que volvió en una buena edad, pero con falta de continuidad. Las lesiones se encargaron de potenciar un desgaste en su nivel. Apenas un gol desde su regreso.

Rondón: el pedido por excelencia de Demichelis. Un futbolista que, más allá de algunos goles, nunca fue parte del funcionamiento de una buena versión colectiva. En varios encuentros, se pareció a una pieza ajena al rompecabezas. Se fue con declaraciones fuera de lugar y tras cobrar un contrato millonario.

Nacho Fernández: un regreso con sentido porque River no había podido hallar un reemplazo a su altura y la versión del ex Gimnasia en el fútbol brasileño era interesante. El tema es cuando se te empiezan a acumular jugadores veteranos y el promedio de todo el plantel es de casi 30 años. Hoy tiene 35 años y juega poco y nada. Y su inserción futura, si la merece, será en ramilletes de minutos y no como titular fijo porque ese sector, el del mediocampo, cuenta con muchos compañeros con alto kilometraje.

Desde el regreso de Gallardo, se sumaron apellids que, en su mayoría, entusiasman: Driussi, Montiel, Martínez Quarta, Pezzella, Rojas, Meza, Acuña, Enzo Pérez, Galoppo, Tapia y Bustos. También es cierto que la mayoría supera o coquetea con los 30 años y establecen el promedio del plantel en 29.6.

Entre los últimos años del primer ciclo de Gallardo, la etapa Demichelis y el regreso del entrendor más importante de la historia de River, el club utilizó más de 100 millones de dólares para refuerzos (sin contar la masa salarial correspondiente), debiéndose conformar, al menos por ahora, con certámenes locales. Ante este análisis y contexto, surgen las preguntas: ¿Se invirtió poco y se gastó mucho? ¿Cuánto fichajes representaban confianza e ilusión? ¿Cuántos ya se etiquetaban de antemano en los rubros "duda" o "innecesario" por antecedentes, edades y lesiones? ¿Cuánto hubo de agradecimiento y cuánto de necesidad?

Por eso, cualquiera sea la opinión final, la mía o la de ustedes, contexto mata caja fuerte. El mercado está abierto, pero River tiene que pensar muy bien cómo cerrarlo. En el pasado reciente tiene pistas de sobra.

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