El atronador silencio de la victoria del Athletic: 3 kilómetros que nunca olvidaré

Era justo y necesario que el Athletic Club ganase este título de Copa. Ha sido justo porque llevamos ya unas cuantas finales perdidas. Llegar a la final tiene su mérito, y hacerlo de manera tan repetida era sinónimo de que, en los últimos 10 años, con diferentes técnicos, jugadores y directivas, estábamos compitiendo y cerca de ganar un título. Ha sido justo también desde el punto de vista de la trayectoria deportiva del equipo en esta competición a lo largo de la presente temporada. La entidad de los equipos eliminados en cuartos de final y en semifinales, y sobre todo la forma de hacerlo ha sido muy meritoria.

Ganar este título era necesario por muchos factores. En primer lugar, precisamente por haber disputado unas cuantas finales en los últimos tiempos y no haber conseguido el título. Pero sobre todo era necesario para fortalecer el sentimiento de identificación de los niños niñas y adolescentes que han crecido escuchando las historias del Athletic Club campeón, pero nunca lo habían visto en carne propia. La inyección de fidelidad a estos colores que supone la consecución del título de Copa garantiza unas cuantas generaciones más de Athleticzales.

La afición del Real Mallorca y la del Athletic Club en la final de Copa de la Cartuja.

Es evidente que nuestro éxito principal es competir orgullosamente con nuestra filosofía, seguir haciéndolo año tras año, competir por llegar a Europa, mantenernos en la Primera División. Pero en ocasiones, aunque sea cada 40 años (ojalá sea cada menos tiempo), hace falta ganar.

Siempre me ha maravillado la fidelidad, la permanencia y el sentimiento de pertenencia que tiene la afición del Athletic Club. Cuando he tenido la fortuna de vivir en otros contextos del mundo, siempre me he sentido orgulloso de explicar lo que supone ser aficionado del Athletic Club, y sobre todo explicar lo que nos hace diferentes como entidad y como afición. Desde este pasado sábado he añadido un nuevo elemento que refuerza este pensamiento.

Tuve la fortuna junto con mi hermano de poder acceder a dos entradas para la final en el último momento. Nunca había podido estar en la final de las últimas ediciones en las que ha participado el Athletic, no tuve suerte con las entradas. El estadio de la Cartuja se encontraba a unos cuántos kilómetros de la Athletic Hiria. El camino de ida lo hicimos un poco por delante de la Kalejira para poder verla llegar al estadio. Llegamos dos horas antes. El partido lo vivimos con una tensión máxima.

El meta Unai Simón besa a su compañero Julen Agirrezabala en La Cartuja de Sevilla (Foto: Kiko Hurtado).

Se suele nombrar a la afición como el jugador número 12, y en este caso ha sido una de las ocasiones en las que más evidentemente se ha demostrado. El equipo empezó nervioso, impreciso, tenso, lento, pero como siempre comprometido. Honestamente creo que la afición Athleticzale, empezamos igual en comparación con la afición del Mallorca. Éramos más, animábamos, estábamos con el equipo, pero se nos notaba la tensión.

El segundo tiempo el equipo estuvo mejor, más suelto y dominante. La afición también. Llegar a los penaltis supuso para la afición del Mallorca un éxito celebrado como si hubieran ganado el título, sus jugadores también. Tanto los jugadores del Athletic como nosotros, estábamos mucho más tensos.

El disparo de Berenguer que nos daba el título, supuso un desborde de emociones y felicidad. Todas las personas que estábamos cerca estábamos llorando y abrazándonos de la emoción del momento. Disfrutamos como todo el público Athletizale de la entrega del trofeo y de la vuelta de honor de los jugadores. La emoción continuaba en el ambiente.

Los leones del Athletic Club disfrutan a todo trapo con la Copa del rey ganada en la Cartuja (Foto: Kiko Hurtado).

Justo antes de las 2:00 h de la mañana saliendo del estadio, una procesión de miles de aficionad@s emprendimos esos 3 km de regreso hacia Athletic Hiria. No sé si muchas de las personas que vivieron ese camino tienen la misma sensación que yo viví y que me pareció prácticamente mística. Después de 40 años sin ganar un título de Copa, lo más normal sería estar rodeado de alborozo, alegría desenfrenada y cánticos con un volumen muy elevado. Pero a lo largo de esos 35 minutos de caminata, no hubo un grito de aliento, un cántico de los habituales, un grito de txapeldunak.

Tod@s caminábamos con una mezcla de satisfacción no por el triunfo, sino por el deber cumplido. Tod@s caminábamos rendidos físicamente como si Ernesto Valverde nos hubiera cambiado en el minuto 117. Todo@s nos mirábamos con una sonrisa cómplice que aparecía en nuestro rostro, con unos ojos vidriosos por la emoción, pero con una sensación de cansancio físico y emocional dentro de una alegría desbordante. Nunca me olvidaré de esos 3 kms., será algo que quede enmarcado para siempre en mi recuerdo, porque a lo largo de esos 3 kms. multipliqué por infinito el respeto y admiración que tengo por la afición de nuestro club. La capacidad de entender que somos más que un equipo de fútbol que gana un título.

El capitán del Athletic Club, Iker Muniain, levanta el título de campeón de Copa del Rey 2024 (foto: EFE).

Creo que l@s miles de personas que íbamos caminando sabíamos perfectamente que era algo que nos merecíamos tod@s y nos acordábamos de quien nos lo había transmitido. Los aitites, aitas y amas que iban con niños y niñas de la mano sabían que se había conseguido la vitamina esencial que necesitan para seguir transmitiendo la esencia de nuestra entidad.

La única y verdadera canción que podría haber sido elegida banda sonora de esa caminata es la de ATHLETIC GU GARA, pero fue mucho más emocionante y poderoso escuchar ese estruendoso silencio durante todo el camino.

AUPA ATHLETICI!!!

· Por Iñaki Alonso, Socio del Athletic Club

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